El depósito de la fe en la Biblia

San Judas 1.3

Queridos míos, al poner todo mi empeño en escribiros acerca de nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de hacerlo animándoos a combatir por la fe transmitida de una vez para siempre a los santos.

 

San Pablo 2° Timoteo 1.14 

Guarda el buen depósito por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros. 

San Pablo 1° Timoteo 6.20

Timoteo, guarda el depósito, apártate de las habladurías perniciosas y de las objeciones del mal llamado conocimiento;

El depósito de la fe y la Tradición Apostólica en los Padres de la Iglesia

Didaje 4.13

Mira que no abandones los mandamientos del Señor, sino que guardarás lo que has recibido, sin añadir ni quitar nada.

San Ireneo

Y ni aquel que sobresale por su elocuencia entre los jefes de la Iglesia predica cosas diferentes de éstas – porque ningún discípulo está sobre su Maestro ni el más débil en la palabra recorta la Tradición: siendo una y la misma fe, ni el que mucho puede explicar sobre ella la aumenta, ni el que menos puede la disminuye.

San Ireneo

Cuando nosotros atacamos (los herejes) con la Tradición que la Iglesia custodia a partir de los Apóstoles por la sucesión de los presbíteros, se ponen contra la Tradición… Y terminan por no estar de acuerdo ni con la Tradición ni con las Escrituras.

San Ireneo 

Para todos aquellos que quieran ver la verdad, la Tradición de los Apóstoles ha sido manifestada al universo mundo en toda la Iglesia, y podemos enumerar a aquellos que en la Iglesia han sido constituidos obispos y sucesores de los Apóstoles hasta nosotros, los cuales ni enseñaron ni conocieron las cosas que aquéllos deliran…

 

San Ireneo 
La Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, desde los Apóstoles conserva la Tradición y «la fe anunciada» a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros… porque en ella todos los que se encuentran en todas partes han conservado la Tradición apostólica. Luego de haber fundado y edificado la Iglesia los bendecidos Apóstoles, entregaron el servicio del episcopado a Lino: a este Lino lo recuerda Pablo en sus cartas a Timoteo Anacleto lo sucedió. Después de él, en tercer lugar desde los Apóstoles, Clemente heredó el episcopado, el cual vio a los Apóstoles y con ellos confirió, y tuvo ante los ojos la predicación y Tradición de los Apóstoles que todavía resonaba; y no él solo, porque aún vivían entonces muchos que de los Apóstoles habían recibido la doctrina. En tiempo de este mismo Clemente suscitándose una disensión no pequeña entre los hermanos que estaban en Corinto, la Iglesia de Roma escribió la carta más autorizada a los Corintos, para congregarlos en la paz y reparar su fe, y para anunciarles la Tradición que poco tiempo antes había recibido de los Apóstoles, anunciándoles a un solo Dios Soberano universal, Creador del Cielo y de la tierra , Plasmador del hombre , que hizo venir el diluvio, y llamó a Abraham , que sacó al pueblo de la tierra de Egipto , que habló con Moisés , que dispuso la Ley , que envió a los profetas , que preparó el fuego para el diablo y sus ángeles . La Iglesia anuncia a éste como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, a partir de la Escritura misma, para que, quienes quieran, puedan aprender y entender la Tradición apostólica de la Iglesia, ya que esta carta es más antigua… A Clemente sucedió Evaristo, a Evaristo Alejandro, y luego, sexto a partir de los Apóstoles, fue constituido Sixto. En seguida Telésforo, el cual también sufrió gloriosamente el martirio; siguió Higinio, después Pío, después Aniceto. Habiendo Sotero sucedido a Aniceto, en este momento Eleuterio tiene el duodécimo lugar desde los Apóstoles. Por este orden y sucesión ha llegado hasta nosotros la Tradición que inició de los Apóstoles. Y esto muestra plenamente que la única y misma fe vivificadora que viene de los Apóstoles ha sido conservada y transmitida en la Iglesia hasta hoy.

San Ireneo 

Finalmente la Iglesia de Efeso, que Pablo fundó y en la cual Juan permaneció hasta el tiempo de Trajano, es también testigo de la Tradición apostólica verdadera…

 

San Ireneo

Entonces, si se halla alguna divergencia aun en alguna cosa mínima, ¿no sería conveniente volver los ojos a las Iglesias más antiguas, en las cuales los Apóstoles vivieron, a fin de tomar de ellas la doctrina para resolver la cuestión, lo que es más claro y seguro? Incluso si los Apóstoles no nos hubiesen dejado sus escritos, ¿no hubiera sido necesario seguir el orden de la Tradición que ellos legaron a aquellos a quienes confiaron las Iglesias?

 

Eusebio de Cesarea Historia Eclesiastica 4.21.1
Por estos tiempos florecía en la Iglesia Hegesipo, a quien ya conocemos por lo dicho anteriormente; también Dionisio, obispo de Corinto, y Pinito, obispo a su vez de los fieles de Creta. Y además de éstos, Felipe, Apolinar, Musano, Modesto y, sobre todos, Ireneo. De ellos ha llegado hasta nosotros por escrito la ortodoxia de la sana fe de la tradición apostólica.

 

San Ireneo contra los herejes.1.3,2.

Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva la Tradición y «la fe anunciada» (Rom 1,8) a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros. Así confundimos a todos aquellos que de un modo o de otro, o por agradarse a sí mismos o por vanagloria o por ceguera o por una falsa opinión, acumulan falsos conocimientos. Es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con esta Iglesia, cuya fundación es la más garantizada -me refiero a todos los fieles de cualquier lugar-, porque en ella todos los que se encuentran en todas partes han conservado la Tradición apostólica

 

 

Clemente de Alejandría. Stromata 7 55.6

55.6. Y ciertamente los (dos) extremos, el principio y el fin, no se enseñan, digo la fe y al amor; pero el conocimiento transmitido a partir de una tradición por la gracia de Dios es entregada como depósito a los que se han hecho dignos a sí mismos de la enseñanza; por el conocimiento resplandece de luz en luz (cf. Sal 35 [36], 10; Jn 12,36; 2 Co 3,18) la dignidad del amor.

 

San Hipólito. El Anticristo. 1.1.2

Tengo el temor de que este depó­sito se les confíe a lenguas incrédulas y blasfemas: lo que no es un peligro cualquiera. Transmítelo a personas pia­dosas y de fe que quieran vivir en santidad y justicia con temor de Dios. Pues no en vano el bienaventurado apóstol le exhortaba a Timoteo escribiéndole: Guarda, Timoteo, lo que se te ha entregado, apartando de ti las charlatanerí­as profanas y las objeciones de esa mal llamada ciencia que algunos profesaron perdiendo de vista la fe-, y otra vez: Tú, pues, hijo mío, fortifícate con la gracia de Cristo Jesús y lo que me escuchaste a m í con muchos testigos por medio, entrégaselo a personas de fe que serán capaces, a su vez, de en­señar a otros. Por tanto, si el bienaventurado apóstol con piadosa solicitud transmitía eso que precisamente no para todos era fácil de comprender, porque ya veía él con anticipación, gracias al Espíritu, que no de todos es la fe, ¿Cuánto mayor será el peligro que correremos nosotros si, con superficialidad y al tuntún, vamos a hacer partícipes de la palabra de Dios a hombres profanos e indignos?

 

San Cipriano de Cartago,  Tratado de la unidad de la iglesia Artículo 1°

…porque si la razón alegada por Cicerón tiene lugar en todas las sociedades civiles, ¿Cuánto mas en la iglesia que por ser católica se extiende a tan diversos y lejanos países: por ser santa tiene declarada guerra continua á los pasiones en la severidad de su moral; y por ser una no admite en el depósito de la fe modificación, ni interpretación alguna en la sublimidad de sus misterios [sacramentos], por mas que lo contradiga la indócil y soberbia razón?

 

San Atanasio de Alejandría: Cartas a Serapión

2. He transmitido conforme a la fe apostólica, que nos ha sido transmitida por los Padres, sin inventar nada extraño, sino que lo que aprendí, lo expresé de acuerdo con Sagradas Escrituras. Esto concuerda también con lo expuesto  anteriormente como confirmación a partir de las Sagradas Escrituras.

Cipriano de Cartago. Saludo a su hijo espiritual Magno

¿Cómo pueden tratar las cosas espirituales y divinas unos hombres que son enemigos de Dios y cuyos corazones ha poseído el espíritu del Anticristo? Si dejamos, pues, las discusiones humanas tan expuestas a error y nos atenemos sincera y piadosamente a la autoridad del Evangelio y a la tradición apostólica, entendemos que los que dividen y atacan a la Iglesia, los que son llamados adversarios por el mismo Cristo y anticristos por los apóstoles, no tienen ningún acceso a la gracia saludable de la Iglesia.

San Hipólito de Roma (212) La Tradición Apostólica. 3.38.

Ahora pasamos, de la caridad que Dios ha testimoniado a todos los santos, a lo esencial de la Tradición que conviene a las iglesias, a fin de que los que han sido bien instruidos guarden la Tradición que se ha mantenido hasta el presente, según la exposición que de ella hacemos, y al comprenderla sean fortalecidos, a causa de la caída o del error que se ha producido recientemente por ignorancia o a causa de los ignorantes.

Aconsejo a los sabios que observen esto. Porque, si todos prestan oído a la Tradición apostólica y la guardan, ningún hereje los inducirá a error.

 

Orígenes (185-254) Las doctrinas fundamentales 1.2.

Aunque haya muchos que creen que ellos mismos mantienen las enseñanzas de Cristo, hay todavía algunos entre ellos que piensan diferente de sus predecesores. La enseñanza de la iglesia se ha impuesto de hecho con una orden la sucesión de los apóstoles y de los restos en las iglesias incluso al tiempo actual. No se ha de aceptar como verdad más que aquello que en nada difiera de la Tradición eclesiástica y apostólica.

 

In Rom. com. 5.9.

La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los  misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu

 

Tertuliano, alrededor del 200

Prescripciones contra todas las herejías Capítulo.32.1.: Por lo demás, si algunas [herejías] se atreven a insertarse en la edad apostólica para parecer transmitidas por los Apóstoles por cuanto existieron en tiempo de los Apóstoles, nosotros podemos decir: publiquen, entonces, los orígenes sus iglesias, desplieguen la lista de sus obispos, de modo que, a través de la sucesión que discurre desde el principio, aquel primer obispo haya tenido como garante y antecesor a alguno de los Apóstoles o a alguno de los varones apostólicos, pero que haya perseverado con los Apóstoles. 

 

Prescripciones contra todas las herejías Capítulo.15.2-4.Ellos [los herejes] ponen por delante las Escrituras y, con semejante audacia, inmediatamente impresionan a algunos. Pero en el debate mismo fatigan, ciertamente, a los fuertes, captan a los débiles, dejan llenos de escrúpulos a los de condición intermedia. Por eso los atajamos adoptando esta posición, la mejor: no admitirlos a ninguna discusión sobre las Escrituras. Si éstas son sus fuerzas, para que ellos puedan usarlas, primero debe ser discernido a quién corresponde la posesión de las Escrituras, a fin de que no sea admitido a ellas aquél a quien de ningún modo corresponde. 

 

Prescripciones contra todas las herejías Capítulo.16.1.Podría haber introducido este planteamiento por desconfianza o por gusto de acometer de otro modo la cuestión, sino existiesen razones. En primer lugar, la de que nuestra fe debe obediencia al apóstol, que prohíbe emprender discusiones, prestar oídos a palabras nuevas, visitar al hereje luego de una corrección.  

 

Prescripciones contra todas las herejías Capítulo.37.1.Si las cosas están de forma que la verdad se nos adjudica a nosotros, a cuantos caminamos por esa regla que las iglesias han transmitido de parte de los apóstoles, los apóstoles de parte de Cristo, Cristo de parte de Dios, entonces permanece firme la razón de nuestra resolución, que establece que no deben ser admitidos los herejes para emprender un desafío sobre las Escrituras, pues sin las Escrituras probamos que ellos no tienen nada que ver con ellas. 

 

Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo.17.1-3.Esta herejía no admite ciertas Escrituras, y si admite algunas, no las admite íntegras, las cambia, sin embargo, componiendo interpretaciones contrarias a la fe cristiana. Tanto se opone a la verdad una inteligencia falsificadora como una pluma corruptora. Sus vanas conjeturas necesariamente se niegan a reconocer aquellos pasajes mediante los cuales son refutadas; se apoyan en aquellos que han retocado fraudulentamente y en los que han elegido por razón de su ambigüedad. 

 

Prescripciones contra todas las herejías Capítulo 21. 1-7.Así que, partiendo de lo anterior, dirigimos esta prescripción: si el Señor Jesús envió a los Apóstoles a predicar, no deben ser admitidos otros predicadores que los que Cristo instituyó, porque nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo lo reveló, ni a nadie parece que el Hijo se reveló sino a los Apóstoles que envió a predicar, se entiende, lo que él les había revelado. Ahora bien, qué hayan predicado, esto es, qué les haya revelado Cristo, también aquí deduciremos esta prescripción: esto no se debe probar de otro modo sino por medio de las mismas iglesias que los apóstoles fundaron, predicándoles ellos mismos ya sea de viva voz, como se dice, ya sea, después, por medio de cartas. Si así están las cosas, es cierto, igualmente, que toda doctrina que concuerde con la doctrina de aquellas iglesias apostólicas, matrices y fuentes de la fe, debe ser considerada verdadera, pues sin duda mantiene aquello que las Iglesias recibieron de los Apóstoles, los Apóstoles de Cristo, Cristo de Dios; pero toda doctrina que sepa a algo contrario a la verdad de las iglesias y de los Apóstoles de Cristo y de Dios ha de ser prejuzgada como proveniente de la mentira. Queda, pues, por demostrar, si esta doctrina nuestra cuya regla hemos formulado arriba, procede de la Tradición de los Apóstoles y, por lo mismo, las otras provienen de la mentira. Nosotros estamos en comunión con las iglesias apostólicas, lo que no cumple ninguna doctrina contraria: esto es prueba de la verdad. 

De baptismo.1. Un tratado sobre esta materia no será del todo inútil para instruir tanto a los que están todavía en un estadio de formación como a los que, satisfechos con su fe sencilla, no investigan los fundamentos de la Tradición, y, debido a su ignorancia, poseen una fe que está a merced de todas las tentaciones”

 

+San Cipriano de Cartago, Epístola. 67.5.:

Con toda diligencia hay que guardar la Tradición divina y las prácticas apostólicas, y hay que atenerse a lo que se hace entre nosotros que es lo que se hace casi en todas las provincias del mundo.

 

Epístola.75.3 La Iglesia es una sola, y así como ella es una, no se puede estar a la vez dentro y fuera de la Iglesia. Porque si la Iglesia está con doctrina del (hereje) Novaciano, entonces está en contra del (Papa) Cornelio. Pero si la Iglesia está con Cornelio, el cual sucedió en su oficio al obispo (de Roma) Fabián mediante una ordenación legítima, y al cual el Señor,
además del honor del sacerdocio concedió el honor del martirio, entonces Novaciano está fuera de la Iglesia; ni siquiera puede ser considerado como obispo, ya que no sucedió a ninguno, y despreciando la Tradición evangélica y apostólica, surgió por su propia cuenta. Porque ya sabemos que quien no fue ordenado en la Iglesia no pertenece a ella de ningún modo. .

 

Eusebio de Cesarea (260-340):

Historia Eclesiástica.4.21.…y, sobre todos, Ireneo. Su ortodoxia y fervor por la Tradición apostólica nos han llegado en forma escrita.

 

Historia Eclesiástica.7.3.1.El primero entre los hombres de este tiempo, Cipriano, pastor de la comunidad de Cartago, pensaba que ellos (los herejes) no debían ser admitidos si antes no habían sido purificados de sus errores por el baño (bautismal). Pero Esteban (Papa), juzgando que no se debía introducir ninguna innovación contraria a la Tradición vigente desde el principio, se indignó vivamente contra él.

 

San Atanasio de Alejandría (297-373):

Carta sinodal para los obispos de África. Pero las palabras del Señor las cuales vinieron a través del Concilio Ecuménico de Nicea permanecerán por siempre.

 

Decretos del concilio de Nicea. 4. En efecto, lo que nuestros Padres han entregado, esto es la doctrina verdadera, y esto es verdaderamente el símbolo de los doctores, que confiesan lo mismo unos con otros, y ni discrepan entre ellos ni de sus padres; mientras ellos que no tienen esta característica son llamados no verdaderos doctores sino malvados.

 

Epístola Ad Serap. 1.28. Desde los orígenes, la auténtica Tradición, doctrina y fe de la Iglesia Católica, que el Señor dio, los apóstoles predicaron y los padres conservaron.

 

Cartas Festales.2.6. Pero después de él y con él están todos los inventores de impías herejías, que en realidad se refieren a las Escrituras, pero no mantienen las opiniones como los santos han dictado, y recibiéndoles como la tradición de hombres, se equivocan, porque les conocen correctamente, ni su poder.

 

Contra los paganos.6. Pero los sectáreos, que han caído fuera de la enseñanza de la Iglesia, han naufragado en lo relacionado a su fe.

 

La carta a Epiteto.3. Es suficiente sólo para responder a ese tipo de cosas lo siguiente: estamos contentos con el hecho de que esta no es la enseñanza de la Iglesia Católica, ni la que los padres mantienen. Pero para evitar que los inventores de maldades hagan del entero silencio de nuestra parte un pretexto para la desvergüenza, será bueno mencionar unos cuantos puntos de la Sagrada Escritura.

 

+San Agustín de Hipona (354-430):

Carta a Jenaro.54.1-2. Todo lo que observamos por Tradición, aunque no se halle escrito; todo lo que observa la Iglesia en todo el orbe, se sobreentiende que se guarda por recomendación o precepto de los apóstoles o de los concilios plenarios, cuya autoridad es indiscutible en la Iglesia. Por ejemplo, la pasión del Señor, su resurrección, ascención a los cielos y venida del Espíritu Santo desde el cielo, se celebran cada año. Lo mismo diremos de cualquier otra práctica semejante que se observe en toda la Iglesia universal.

 

Carta a Dióscoro.118.32. Los que no están en la comunión católica y se glorían, sin embargo, del nombre cristiano, se ven obligados a oponerse a los creyentes; osan engañar a los indoctos como si se valiesen de la razón, siendo así, que el Señor vino cabalmente a traer esta medicina de la fe impuesta a los pueblos. Pero los herejes se ven obligados a hacer eso, como he dicho, porque sienten que serían repudiados con desdén si comparasen su autoridad con la de la Iglesia Católica.

 

Sobre el bautismo, contra los donatistas 5.23.31. Los apóstoles, de hecho, no dieron instrucciones en este punto, pero la costumbre que se opone a Cipriano, puede suponerse tuvo su origen en la Tradición apostólica, así como hay muchas cosas que son observadas por toda la Iglesia, y por lo tanto son firmemente sostenidas por haber sido impuestas por los apóstoles, y que no se mencionan en sus escritos.

 

Contra los maniqueos 4.5-6. En la Iglesia Católica, sin hablar de la sabiduría más pura, al conocimiento de la cual pocos hombres espirituales llegan en esta vida, de manera que la sepan, de la manera mas extensa, efectivamente, porque son hombres, todavía con incertidumbre (ya que el resto de la multitud de gente deriva toda su seguridad no de la agudeza de intelecto, sino de la simpleza de la fe,) – Aún prescindiendo de la sincera y genuina sabiduría…, que en vuestra opinión no se halla en la Iglesia Católica, muchas otras razones me mantienen en su seno: el consentimiento de los pueblos y de las gentes; la autoridad, erigida con milagros, nutrida con la esperanza, aumentada con la caridad, confirmada por la antigüedad; la sucesión de los obispos desde la sede misma del apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó, después de la resurrección, apacentar sus ovejas, hasta el episcopado de hoy; y en fin, el apelativo mismo de Católica, que son sin razón sólo la Iglesia ha alcanzado….Estos vínculos del nombre cristiano, tantos, tan grandes y dulcísimos, mantienen al creyente en el seno de la Iglesia Católica, a pesar de que la verdad, a causa de la torpeza de nuestra mente e indignidad de nuestra vida, aún no se muestra…Si tú te encuentras con una persona que no cree aun en las Escrituras, ¿Cómo le contestarías si esta te dice que no cree? Por mi parte, no creeré en las Escrituras a menos que la autoridad de la Iglesia Católica me mueva a ello. Así que cuando aquellos en cuya autoridad yo he aceptado creer en las Escrituras me dicen que no crea en Maniqueo, ¿Qué más puedo hacer sino aceptarlo? Escoge. Si tu dices, cree a los Católicos: Su consejo para mi es que no ponga mi fe en lo que tu dices; así que, creyéndoles, soy prevenido de creerte; – Si tu dices, No creas a los Católicos: Tu no puedes con rectitud utilizar las Escrituras para traerme a la fe en Maniqueo; porque fue bajo el mandato de los Católicos que yo creí en las Escrituras. Nuevamente, si tu me dices, estabas en lo correcto al creer a los Católicos cuando ellos te dijeron que creas en las Escrituras, pero estabas equivocado al creer su vituperaciones en contra de Maniqueo: ¿Me crees tan tonto como para creer lo que a ti te da la gana y no te da la gana, sin ninguna razón? Así que es por eso más justo y más seguro, habiendo puesto a primera instancia mi fe en los Católicos, no ir a ti, hasta que, en ves de que me insistas que te crea, me hagas entender algo de la manera mas clara y abierta. Para convencerme, entonces, tienes que poner de lado las Escrituras. Si mantienes las escrituras, yo me apegaré a aquellos quienes me mandaron a creer en las Escrituras; y, en obediencia a ellos, no te creeré en lo absoluto. Pero si por casualidad tienes éxito en encontrar en las Escrituras un testimonio irrefutable del apostolado de Maniqueo, debilitarías mi consideración para con la autoridad de los Católicos quienes me dicen  que no te crea; y el efecto de esto será, que yo no creeré más en las Escrituras tampoco, porque fue a través de los Católicos que yo recibí mi fe en ellas; y así lo que sea que me traigas de las Escrituras no tendrá más peso para conmigo. Así que, si no tienes una prueba clara apostolado de Maniqueo encontrada en las escrituras, yo creeré a los Católicos en ves de a ti. Pero si tu encuentras, de alguna manera, un pasaje claramente a favor de Maniqueo, no les creeré ni a ellos ni a ti: ni a ellos, porque ellos me mintieron con respecto a Maniqueo; ni a ti, porque me estas citando esas Escrituras en las cuales he creído bajo la autoridad de “esos mentirosos”. Pero lejos de que yo no vaya a creer en las Escrituras; creyendo en ellas, no encuentro nada en ellas que me haga creerte a ti.

 

San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla (347-407):

Por lo tanto, los hermanos, permanezcan firmes y mantengan las Tradiciones que han recibido de nosotros por palabra o por carta. De esto está claro que no dejaron todo escrito, sino que hay mucho también que no fue escrito. Como lo que fue escrito, lo que no quedó escrito es también digno de creerse. Así, miremos la tradición de la iglesia también como digna de creencia. ¿Es una tradición? No busquemos más. Homilía sobre la segunda epístola a los tesalonicenses.

 

+San Basilio el Grande (330-379):

El Espíritu Santo.9.22. Vamos a investigar cuáles son nuestras concepciones comunes en relación con el Espíritu, así como los que han sido recogidas por nosotros a partir de la Sagrada Escritura en relación con aquellas que hemos recibido de la Tradición no escrita de los Padres.

 

El Espíritu Santo.10.25. El objetivo del ataque es la fe. El único objetivo de la entera banda de opositores y enemigos de la “sana doctrina” es sacudir las bases de la fe de Cristo llevando al suelo la Tradición apostólica y destruirla totalmente. Así como deudores, por supuesto, deudores de buena fe. Ellos piden una prueba escrita, y rechazan como inútil la tradición no escrita de los Padres.

 

El Espíritu Santo.27.66. De los dogmas y de los mensajes preservados en la iglesia, algunos los tenemos de la enseñanza escrita y otros recibimos de la Tradición de los apóstoles…Por lo que se refiere a la piedad, ambas tienen la misma fuerza. Nadie contradirá ninguno de estos, nadie, que sea inclusive moderadamente versado en materias eclesiásticas. De hecho, si rechazáramos costumbres no escritas como si no tuvieran gran autoridad, podríamos dañar involuntariamente el evangelio en su vitalidad; o peor, podríamos reducir el mensaje a un mero término.

 

El Espíritu Santo.27.67. Me faltaría tiempo si intento enumerar los misterios no escritos de la Iglesia…Mientras las tradiciones no escritas son muchas, y su incidencia en “el misterio de la Piedad es tan importante.

 

El Espíritu Santo.27.71. Es respuesta a la objeción de que el doxología en la forma “con el Espíritu” no tiene autoridad escrita, sostenemos que si no hay otro ejemplo de lo aquello que no es escrito, entonces este no debe ser recibido. Pero si el mayor número de nuestros misterios son admitidos en nuestra Constitución, sin mandato escrito, entonces, en compañía de esos muchos otros, vamos a recibir este. Porque yo mantengo respetar también tradiciones no escritas. “Yo los alabo “, dice [Pablo], porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las ordenanzas tal como os las he transmitido” y “Mantenganse firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, por palabra o por epístola”. Una de estas tradiciones es la práctica que tenemos ante nosotros, que ordenó que desde el principio, firmemente arraigada en las iglesias, entregada a sus sucesores……Si, como en un Tribunal de Derecho, perdimos las pruebas documentales, somos capaces de traer ante ustedes un gran número de testigos.

 

San Epifanio de Salamina (315-367): Medicina contra todas las herejías 61,6

Es necesario también hacer uso de la Tradición, porque no todo se puede conseguir en las Sagradas Escrituras. Los santos apóstoles dejaron algunas cosas en las Escrituras, otras cosas en la Tradición.

 

+San Gregorio de Nisa (330-395):

No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos.

 Si es que nuestro razonamiento no está a la altura del problema, hemos de mantener siempre firme e inmóvil la Tradición que hemos recibido de los Padres por sucesión.

 

+San Cirilo de Jerusalén (315-386):

Catequesis.4.17. Ten siempre esta señal en tu mente, pues a ella se le está anunciando todo esto de modo sumario; pero si Dios lo permite, todo lo explicaremos más ampliamente, según nuestras fuerzas, demostrándolo según las Escrituras. Pues, acerca de los divinos y santos misterios de la fe, no debe transmitirse nada sin las Sagradas Escrituras, ni  deben aducirse de modo temerario cosas simplemente probables y apoyadas en argumentos construidos con palabras artificiosas. Y no creas, pues, que voy a proceder de este modo, sino probando por las Escrituras lo que te anuncio. Pues esta fe, a la cual debemos nuestra salvación, no recibe su fuerza de los comentarios y las disputas, sino de la demostración por medio de la Sagrada Escritura.

 

Catequesis.4.17. Es citado por algunos para decir que apoyaba la “Sola Escritura”, pero sacan de contexto nuevamente al autor, igual que al pobre Gregorio. Veamos como San Cirilo habla sobre el catolicismo. Además fíjese en la fecha de nacimiento de San Cirilo. Con esta fecha diríamos, pentecostalmente o adventistamente hablando, que el pobre sujeto de San Cirilo nació un año después de que Constantino “fundara”, según la mitografía, la Iglesia Católica, y que después, este sujeto llamado Cirilo, Obispo de Jerusalén, hablaría de la “Sola Escritura” y también alabaría y le diría “Santa” a la Iglesia Católica. Si, la misma Iglesia Católica que atacan las personas que les gusta jugar al historiador.

 

Catequesis.18.26-27.Pero el nombre de «Iglesia» se acomoda a realidades diversas, de modo que también de la multitud que se encontraba en el teatro de los efesios está escrito: «Dicho esto, disolvió la asamblea» (Hech 19,40). También alguien dijo  intencionadamente que la «asamblea de malhechores» (Sal 26,5) es el conjunto de los herejes: me refiero a los marcionitas, maniqueos y a los restantes. Por tanto, la fe te muestra muy cautamente que esto es lo que has de sostener: «Y en la Iglesia, una santa, Católica», para que, huyendo de esos grupos abominables, te adhieras siempre a la santa Iglesia Católica, en la cual volviste a nacer. Y si alguna vez viajas por ciudades diversas, no preguntes simplemente dónde está el «Kyriakón», pues también las restantes sectas y herejías de los impíos se esfuerzan en hacer presentables sus madrigueras con el nombre de «Kyriakón», ni simplemente dónde está la iglesia, sino dónde hay una Iglesia Católica, pues éste es el nombre propio de esta santa Iglesia, madre de todos nosotros. Ella es ciertamente la esposa de nuestro Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios (pues está escrito: «como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella», etc., Ef 5,25 ss) y ofrece una imagen y una imitación de «la Jerusalén de arriba», que «es libre; ésa es nuestra madre» (Gál 4,26). Habiendo sido ella anteriormente estéril, ahora es madre de una numerosa prole (cf. Gál 4,27 e Is 54.1).Extendida sin fronteras por la paciencia de los mártires. Repudiada la primera, en la segunda, es decir, en la Iglesia católica, como dice Pablo, los puso Dios a algunos como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego los milagros; luego el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas» (I Cor 12,28) y toda clase de cualquier virtud. Me refiero a la sabiduría y a la inteligencia, la templanza y la justicia, la misericordia y la humanidad, y la paciencia invencible en las persecuciones. Fue ésta, «mediante las armas de la justicia, las de la derecha y las de la izquierda, en gloria e ignominia» (2 Cor 6,7-8), la que redimió, en primer lugar, a los santos mártires en sus persecuciones y angustias con coronas diversas, unidas entre sí por las numerosas flores del sufrimiento. Ahora, en tiempos de paz, ese sufrimiento recibe, por gracia de Dios y de mano de reyes y hombres conspicuos por la grandeza de su dignidad, los honores que le deben incluso los hombres de cualquier linaje y apariencia. Y mientras tiene fronteras determinadas el poder de los soberanos de pueblos distribuidos por lugares diversos, sólo la santa Iglesia Católica posee una potestad sin fronteras en todo el mundo. Pues, como está escrito, Dios puso en su término la paz (Sal 147,14). Pero si sobre este asunto quisiera decirlo todo, necesitaría un discurso de muchas horas.