Introducción: Los  padres de la iglesia y la Didaché

La Didaché es un breve y viejísimo catecismo del siglo I escrito cuando la revelación aún no se había cerrado y la Iglesia aún no había fijado la lista de Escrituras que reconocería como divinamente inspiradas. Estuvo entre aquellos libros que anduvieron largo tiempo rondando el canon, admitidos por unos y rechazados por otros, hasta que el instinto divino de la Iglesia los dejó fuera del canon.

Los grandes maestros alejandrinos, Clemente III y Orígenes, tuvieron en alta estima la Didaché y la citaron probablemente como Escritura.

El autor del tratado De virginitate, obra atribuida a San Atanasio, toma de la Didaché la fórmula de bendición del pan en la comida ordinaria.

Eusebio de Cesárea, a los comienzos del siglo IV, en el pasaje célebre de su Historia Eclesiástica establece el catálogo de los libros del Nuevo Testamento, dividiéndolos en tres categorías: los admitidos unánimemente como inspirados, los discutidos, aceptados por unos como inspirados y rechazados por otros, y los unánimemente rechazados como espurios. Entre estos últimos se incluían los Hechos de Pablo, el llamado Pastor o Apocalipsis de Pedro y las Doctrinas Apostólicas. El PseudoCipriano cita también por su título la Didaché en De aleatoribus.

San Atanasio, hacia 367 d.C., ya no la incluye dentro del canon bíblico sino dentro de aquellos escritos útiles para quienes pretendan iniciarse en la piedad cristiana. Otras obras atribuidas a San Atanasio utilizan también la primera parte de la Didaché.

Una extraña e interesante sentencia de la Didaché, sobre dar limosna, fue conocida por San Agustín y, por su medio, atravesó la Edad Media, de Casiodoro a San Gregorio Magno, de este a San Bernardo de Claraval y otros más oscuros.

La Didaché también sirvió de molde para una serie de escritos canónicos o disciplinares que surgen en los siglos III al V, como la Didascalia o Doctrina católica de los doce Apóstoles y santos discípulos del Señor, los Cánones eclesiásticos de los santos Apóstoles, llamada también Constitución de la Iglesia de Egipto, y las Constituciones Apostólicas

Texto de la  Didaché

Doctrina del Señor a las naciones por medio de los doce Apóstoles.

Los dos caminos

1. Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos caminos.

2. Ahora bien, el camino de la vida es éste: En primer lugar, amarás a Dios, que te ha creado; en segundo lugar, a tu prójimo como a ti mismo. Y todo aquello que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú tampoco a otro.

3. Mas la doctrina de estas palabras es como sigue: Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos y aun ayunad por los que os persiguen, ¿Pues qué gracia tiene que améis a los que os aman? ¿No hacen también eso mismo los gentiles? Mas vosotros amad a los que os aborrecen y no tendréis enemigo.

4. Apártate de los deseos carnales y corporales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él el espacio de una milla, acompáñale dos. Si alguien te quitare el manto, dale también la túnica. Si alguien se te lleva lo que es tuyo, no se lo reclames; pues tampoco puedes.

5. A todo el que te pida, dale y no se lo reclames; pues el Padre quiere que a todos se dé de sus propios dones. Bienaventurado el que, conforme al mandamiento, diere, pues es inocente. Pero ¡ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; más el que recibe sin sufrir necesidad, tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué. Será puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo y no saldrá de allí hasta haber pagado el último cuadrante.

6. Mas también acerca de esto fue dicho: Que tu limosna sude en tus manos, hasta que sepas a quién das.

Capítulo 2

1. Segundo mandamiento de la Doctrina:

2. No matarás, no adulterarás, no corromperás a los jóvenes, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia ni la hechicería, no matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido, no codiciarás los bienes de tu prójimo.

3. No perjurarás, no levantarás falso testimonio, no calumniarás, no guardarás rencor.

4. No serás doble ni de mente ni de lengua; porque la doblez es lazo de muerte.

5. Tu palabra no será mentirosa ni vacía, sino cumplida por la obra.

6. No serás avariento, ni ladrón, ni fingido, ni malicioso, ni soberbio. No tramarás designio malo contra tu prójimo.

7. No aborrecerás a ningún hombre, sino que a unos los argüirás, a otros los compadecerás; por unos rogarás, a otros amarás más que a tu propia alma.

Capítulo 3

1. Hijo mío, huye de todo mal y de cuanto se asemeje al mal.

2. No seas iracundo, porque la ira conduce al asesinato. Ni envidioso, ni disputador, ni acalorado, pues de todas estas cosas se engendran muertes.

3. Hijo mío, no seas codicioso, pues la codicia conduce a la fornicación. Ni deshonesto en tus palabras, ni altanero en tus ojos, pues de todas estas cosas se engendran adulterios.

4. Hijo mío, no seas adivino, pues la adivinación conduce a la idolatría. Ni encantador, ni astrólogo, ni purificador, ni quieras ver ni oír esas cosas; pues de todas estas cosas se engendra idolatría

4. Hijo mío, no seas mentiroso, pues la mentira conduce al robo. Ni avaro ni vanaglorioso, pues de todas estas cosas se engendran robos.

6. Hijo mío, no seas murmurador, pues la murmuración conduce a la blasfemia. Ni arrogante ni de mente perversa, pues de todas estas cosas se engendran blasfemias.

7. Sé, en cambio, manso, pues los mansos heredarán la tierra,

8. Sé paciente y compasivo y sincero y tranquilo y bueno y temeroso en todo tiempo de las palabras que oíste.

9. No te exaltarás a ti mismo ni consentirás a tu alma temeridad. No se juntará tu alma con los altivos, sino que conversarás con los justos y los humildes.

10. Recibirás como bienes los acontecimientos que te sobrevengan, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede.

Capítulo 4

1. Hijo mío, te acordarás noche y día del que te habla la palabra de Dios y le honrarás como al Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.

2. Buscarás cada día los rostros de los santos para descansar en sus palabras.

3. No fomentarás la escisión, sino que pondrás en paz a los que se combaten. Juzgarás justamente, sin aceptación de personas para reprender los pecados.

4. No dudarás si será o no será.

5. No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar.

6. Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate por tus pecados.

7. No vacilarás en dar ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen recompensador de tu limosna.

8. No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en todo con tu hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si os comunicáis en los bienes inmortales, ¿Cuánto más en los mortales?

9. No levantarás la mano de tu hijo ni de tu hija, sino que desde su juventud les enseñarás el temor del Señor.

10. No mandarás con aspereza a tu esclavo ni a tu esclava, que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que pierdan׳ el temor de Dios que está sobre unos y otros. Porque no viene el Señor a llamar con miramiento de personas, sino a aquellos para quienes preparó su Espíritu.

11. Por vuestra parte, vosotros, esclavos, someteos a vuestros amos, como a imagen de Dios, con reverencia y temor.

12. Aborrecerás toda hipocresía y todo lo que no sea agradable al Señor.

13. Mira no abandones los mandamientos del Señor, sino que guardarás lo que has recibido, sin añadir ni quitar nada.

14. En la reunión de los fieles, confesarás tus pecados y no te acercarás a la oración con conciencia mala. Este es el camino de la vida.

El camino de la muerte

1. Mas el camino de la muerte es éste: Ante todo, es camino malo y lleno de maldición: Muertes, adulterios, codicias, fornicaciones, robos, idolatrías, magias, hechicerías, rapiñas, falsos testimonios, hipocresías, doblez de corazón, engaño, soberbia, maldad, arrogancia, avaricia, deshonestidad en el hablar, celos, temeridad, altanería, jactancia.

2. Este camino siguen los perseguidores de los buenos, los aborrecedores de la verdad, los amadores de la mentira, los que no conocen el galardón de la justicia, los que no se adhieren al bien y al justo juicio, los que velan y no para el bien, sino para el mal; los que están lejos de la mansedumbre y la paciencia, amadores de la vanidad, buscadores de su paga, que no se compadecen del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a su Criador, matadores de sus hijos, corruptores de la imagen de Dios; los que rechazan al necesitado, oprimen al atribulado, abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo. ¡Ojalá os veáis libres, hijos, de todos estos pecados!

Capítulo 6

1. Vigila para que nadie te extravíe de este camino de la doctrina, pues te enseña fuera de Dios.

2. Porque si puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; pero si no puedes todo, haz lo que puedas.

3. Respecto de la comida, observa lo que puedas; más de lo sacrificado a los ídolos, abstente enteramente, pues es culto de dioses muertos.

El bautismo

Capítulo 7

1. Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: Dichas con anterioridad todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva.

2. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con caliente.

3. Si no tuvieres una ni otra, derrama agua en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

4. Antes del bautismo, ayunen el bautizante y el bautizando y algunos otros que puedan. Al bautizando, empero, le mandarás ayunar uno o dos días antes.

El ayuno cristiano

Capítulo 8

1. Vuestros ayunos no sean al tiempo que lo hacen los hipócritas, pues éstos ayunan el segundo y quinto día de la semana; vosotros, empero, ayunad el día cuarto y el de la preparación.

El Padre Nuestro

2. Tampoco oréis a la manera de los hipócritas, sino que tal como el Señor lo mandó en su Evangelio, así oraréis: Padre muestro celestial, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro de nuestra subsistencia dánosle hoy y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores no nos lleves a la tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

3. Así oraréis tres veces al día.

La Eucaristía

Capítulo 9

1. Respecto a la acción de gracias, daréis gracias de esta manera:

2. Primeramente, sobre el cáliz: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.

3. Luego, sobre el fragmento: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.

4, Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.

5. Que nadie, empero, coma ni beba de vuestra Acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.

Capítulo 10.

1. Después de saciaros, daréis gracias así:

2. Te damos gracias, Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.

3. Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre y diste a los hombres comida y bebida para su disfrute. Mas a nosotros nos hiciste gracia
de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu siervo.

4. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria por los siglos.

5. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos, santificada, en el reino tuyo, que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

6. Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David, El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá, Amén.

7. A los profetas, permitidles que den gracias cuando las quieran.

La unción

Respecto al óleo de la unción, daréis gracias de esta manera: Te damos gracias, Padre nuestro, por el óleo de la unción, que tú nos manifestaste por Jesucristo, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.

Apóstoles y profetas

Capítulo 11

1. Ahora, todo el que viniere a vosotros y os enseñare todo lo anteriormente dicho, recibidle.

2. Mas si, extraviado el maestro mismo, os enseñare otra doctrina para vuestra disolución, no le escuchéis; si os enseña, en cambio, para acrecentamiento de vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al Señor mismo.

3. Respecto a apóstoles y profetas, obrad conforme a la doctrina del Evangelio.

4. Ahora bien, todo apóstol que venga a vosotros, sea recibido como el Señor.

5. Sin embargo, no se detendrá más que un solo día. Si hubiere necesidad, otro más. Mas si se queda tres días, es un falso profeta.

6. Al salir el apóstol, nada lleve consigo, si no fuere pan, hasta nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.

7. No tentéis ni examinéis a ningún profeta que habla en espíritu, porque todo pecado será perdonado, mas este pecado no se perdonará.

8. Sin embargo, no todo él que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene las costumbres del Señor. Así, pues, por sus costumbres se discernirá al verdadero y al falso profeta.

9. Además, todo profeta que manda en espíritu poner una mesa, no come de ella; en caso contrario, es un falso profeta.

10. Igualmente, todo profeta que enseña la verdad, si no practica lo que enseña, es un falso profeta.

11. En cambio, si un profeta se ha probado que es verdadero y se dedica al misterio mundano de la Iglesia, pero sin enseñar a hacer lo que él hace, no será juzgado por vosotros, pues tiene su juicio con Dios. Así, en efecto, lo hicieron también los antiguos profetas.

12, Mas el que dijere en espíritu: “Dame dinero” o cosas semejantes, no le escuchéis. En cambio, si dijere que se dé a otros necesitados, nadie le juzgue.

Capítulo 12

1.Todo el que llegare a vosotros en el nombre del Señor, sea recibido; luego, examinándole, le conoceréis, pues tenéis inteligencia, por su derecha y por su izquierda.

2. Si el que llega es un caminante, ayudadle en cuanto podáis; sin embargo, no permanecerá entre vosotros más que dos días, o, si hubiere necesidad, tres.

3. Mas si quiere establecerse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje y así se alimente.

4. Mas si no tiene oficio, proveed conforme a vuestra prudencia, de modo que no viva entre vosotros ningún cristiano ocioso.

5. Caso que no quisiere hacerlo así, es un traficante de Cristo. Estad alerta contra los tales.

Sustento de profetas y maestros

Capítulo 13

1 . Todo profeta verdadero, que quiera morar de asiento entre vosotros, es digno de su sustento.

2. Igualmente, el maestro verdadero merece también, como el trabajador, su sustento.

3. Así, pues, tomarás toda primicia de los productos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y se las darás como primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumos sacerdotes.

4. Mas si no tuviereis profeta, dadlo a los pobres.

5. Si amasares pan, toma las primicias y dalas conforme al mandamiento.

6. Igualmente, cuando abrieres un cántaro de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas.

7. Toma de tu plata y de tu vestido y de toda posesión las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandamiento.

La celebración del día del Señor

Capítulo 14

1.Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

2. Todo aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros hasta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio.

3. Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable entre las naciones.

Recomendaciones diversas

Capítulo 15

1.Elegíos, pues, inspectores y ministros dignos del Señor, que sean hombres mansos, desinteresados, verdaderos y probados, porque también ellos os administran el ministerio de los profetas y maestros.

2. No los despreciéis, pues, porque ellos son los honrados entre vosotros, juntamente con los profetas.

3. Corregíos los unos a los otros, no con ira, sino con paz, como lo tenéis en el Evangelio. Nadie hable con quienquiera se enemista con otro ni oiga palabra vuestra hasta que se arrepintiere.

4. Respecto a vuestras oraciones, limosnas y todas las demás acciones, las haréis conforme lo tenéis mandado en el Evangelio de nuestro Señor.

El fin de los tiempos

Capítulo 15

1. Vigilad sobre vuestra vida; no se apaguen vuestras linternas ni se desciñan vuestros lomos, sino estad preparados, porque no sabéis la hora en que va a venir vuestro Señor.

2. Reuníos con frecuencia, inquiriendo lo que conviene a vuestras almas. Porque de nada os servirá todo el tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último momento

3. Porque en los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores y las ovejas se convertirán en lobos y el amor se convertirá en odio.

4. Porque creciendo la iniquidad, los hombres se aborrecerán los unos a los otros y se perseguirán y traicionarán, y entonces aparecerá como hijo de Dios el extraviador del mundo y realizará milagros y prodigios y la tierra será entregada en sus manos y cometerá crímenes cual no se cometieron jamás desde los siglos.

5. Entonces, la creación de los hombres vendrá al abrasamiento de la prueba y muchos se escandalizarán y perecerán. Mas los que permanecieren en su fe, se salvarán por el mismo que fue maldecido.

6. Y entonces aparecerán los signos de la verdad. Primeramente, el signo de la apertura del cielo; luego, el signo de la voz de la trompeta, y, en tercer lugar, la resurrección de los muertos.

7. No de todos, sin embargo, sino como se dijo: Vendrá el Señor y todos los santos con él.

8. Entonces verá el mundo al Señor que viene encima de las nubes del cielo.

Texto tomado de la traducción de Daniel Ruiz Bueno, editorial BAC