Séptima entrega del catecismo sobre doctrinas protestantes. En esta ocasión, se describen las características de los que se apartan de la iglesia católica apostatando entre los protestantes. Por el contrario las características de los más estudiosos que son quienes se apartan del error protestante y regresan a la iglesia católica.
Los contenidos son tomados del siguiente libro:
LECCION XI.
DE LOS QUE ABRAZAN EL PROTESTANTISMO.
P. ¿Quiénes son los que se hacen protestantes?
R. Son los que forman la chusma de bribones inmorales de todos los países. Figuran en primera línea algunos pocos sacerdotes y frailes apóstatas, hombres llenos de corrupción y de vicios. ¿Es esto cierto?
R. Y tanto, que los pocos que hasta ahora han dado el ejemplo de apostasía, son tenidos por toda la Italia y fuera de ella por bribones consumados. Primero fueron el escándalo de las ciudades, pueblo y diócesis a que pertenecían, la pesadilla de sus obispos y de sus superiores, que no sabían qué hacerse con ellos, y después de haberse cubierto de infamia, han huido por fin a lejanos países con alguna mujer; o bien si no la llevaban consigo, la han buscado; se han casado con ella a pesar de sus votos de perpetua castidad, y por toda razón de su infame apostasía, van diciendo con cínica impudencia que dieron este paso obligados por las corrupciones de Roma, o por la convicción que adquirieron por la lectura de la Biblia.
P. ¿Por qué llamáis apostasía a la profesión del protestantismo?
R. Porque consiste en volver la espalda a la Religión cristiana, por más que los que abandonan la Iglesia católica, digan no solamente que continúan siendo cristianos, sino cristianos mejores que los católicos. Pero en sustancia no hacen otra cosa que abandonar a Jesucristo, y a su Iglesia, para profesar un Evangelio de nuevo cuño, un Evangelio vago, indeterminado, que no sabrían decir si es de Lutero o de Calvino, de Zwinglio o de Storch, o de otros semejantes impostores, cada uno de los cuales se ha forjado su Evangelio diferente en parte del de los demás; y lo cierto es que a ninguno creen.
P. ¿Pero vamos, no pensáis que estos tienen sus convicciones?
R. Sí, tienen la convicción de la carne, la convicción que les dio su mujercilla; fuera de esta no tienen otra alguna. Creen ellos su nuevo Evangelio, como vos creéis en el Corán de Mahoma; y se han hecho protestantes en fuerza de la misma convicción por la cual el general Bern, de feliz memoria, y sus amigos, se hicieron turcos hace pocos años.
P. ¿Los protestantes conocen quienes son esta flor de la virtud, que de la Iglesia católica pasa a militar bajo sus banderas?
R. Perfectamente los conocen; y ellos mismos confiesan que, mientras nosotros nos apoderamos de las personas más sabias, más virtuosas y más religiosas que ellos tienen, que todos los días se van convirtiendo, les entregamos la hez de nuestra sociedad, esto es, las personas más cínicas, más viciosas y libertinas. Confiesan que cuando el Papa limpia el jardín de la Iglesia, arroja sobre su suelo todas las malas yerbas y la inmundicia. Confiesan, en fin, que no reclutan más que malvados y libertinos.
P. ¿Y a pesar de esto los admiten?
R. Yo solo los admiten sino que fingen haber alcanzado un triunfo como de la mayor conquista; ya sea porque no pueden coger cosa mejor; ya sea porque estos apóstatas son semejantes a sus padres primitivos Lutero y Calvino, y a los demás; ya sea, finalmente, porque esperan que tan grande escándalo será imitado por otros muchos.
P. Si tales son sus jefes, ¿Qué tal será la chusma de los católicos que se hacen protestantes?
R. Ya os lo he dicho; es el desecho de la sociedad, la escoria de los más viles Americanos que pasan a engrosar las filas de los protestantes. Toda la gente de mal vivir, que no observa práctica alguna religiosa, todos los sectarios vendidos al diablo en cuerpo y alma, todos los incrédulos y ateos que viven como bestias, son los reclutas más preciosos del protestantismo en América y en otros países.
P. Yo creo que andáis equivocado: ¿no son 48 por ventura hombres que hacen gala de querer progresar, los que se hacen protestantes?
R. Sí, progresar como cangrejos, los cuales retroceden a muchos siglos atrás. Nada os dirán de nuevo: no hacen más que repetir necedades mil veces refutadas por los católicos; por ejemplo, que la confesión fue inventada por Inocencio III; la misa por S. Gregorio el grande; la invocación de los Santos en el siglo IX, y así sucesivamente: y se quedan tan atrás, que, sin saberlo, repiten las absurdas doctrinas de Simón Mago y de los torpes herejes gnósticos y carpocracianos, que forman el fondo del dogmatismo de Lutero y de Calvino, o sea del protestantismo. ¿Qué os parece de semejante progreso? Después que algunos jóvenes corrompidos han leído algún trozo de Sarpi, de Bianchi-Giovini y de otros escritores por el estilo, andan orgullosos con su saber, levantan la cabeza y la menean como los caballos que llevan arneses y jaeces nuevos; en su alta sabiduría miran con ojos de compasión, si no con los del basilisco, a los eclesiásticos honrados, a quienes encuentran por la calle teniéndolos por otros tantos ignorantes y oscurantistas. Y no atienden a que los ignorantes y ridículos son ellos, que abrazan las estúpidas doctrinas protestantes, aquellas doctrinas que rechazan los protestantes más instruidos convirtiéndose al Catolicismo, como sucede todos los días.
P. ¿Qué seria de la América española si prevaleciera esa j ente?
R. Tenéis razón. La veríais convertida en un teatro de discordias civiles las más encarnizadas; la sangre de sus hijos inundaría las poblaciones y las campiñas; veríais desaparecer 49 todas las instituciones de caridad y de beneficencia cristiana; todos los buenos tendrían mucho que sufrir, ya que no fueran asesinados; quedarían reducidos a escombros los más preciosos edificios que son en el día el orgullo de nuestra patria; y por fin, se perpetuarían los odios y las venganzas entre las familias (c). Esto es lo que sucedió, ni más ni menos, en Alemania, en Holanda, en los países del Norte, y en Inglaterra durante muchos siglos; y basta estar un poco versado en la historia, para saber los horrores y las desgracias que ha causado el protestantismo a los países católicos en que ha intentado penetrar y establecer sus fatales doctrinas. He aquí lo que sucedería en América si llegara a predominar la bandería de los anarquistas , incrédulos , y ateos prácticos, que se llaman protestantes.