Como resultado de la insensibilización de la conciencia de parte de quienes abandonaron la iglesia que ilumina las almas, aparecieron entre los protestantes multitud de “predicadores” que utilizaron métodos fraudulentos para ganar almas para su religión. Cabe aclarar que también los ha habido entre las filas católicas, pero la iglesia, lejos de aplaudirlos ha condenado sus conductas.

Los contenidos son tomados del siguiente libro:

LECCION X.

DE LAS MAÑAS DE QUE SE VALEN COMUNMENTE LOS PROPAGADORES DEL PROTESTANTISMO.

P. ¿Por qué habéis dicho que luego de comidos estos propagadores, deben evitarse?
R. Porque si no lo hacéis así, empezareis perder el tiempo y tal vez vuestra alma. Estos tales pretenden aficionaros a una religión que es en un todo conforme con las culpables tendencias del corazón humano, que fomenta todas las pasiones, con las cuales concuerda perfectamente: pero ya veis que al fin y al cabo, la seducción seguirá inevitablemente. Todos somos hombres, e inclinados al mal; y cuando alguno se persuade de que el mal puede cometerse impunemente, se arroja y precipita a él de una manera espantosa. Este es pues el fruto del protestantismo. Y además, son tales y tantas las mañas de que se sirven estos seductores para atraer a su placentera Reforma, que el que se escapa de una, cae en otra.
P. Decidme, ¿Cuáles son estas mañas?
R. No es posible enumerarlas todas. Diré solamente las principales. Una de ellas, común a todas, es el desacreditar a la Iglesia católica, a la cual suelen llamar partido clerical, corte de Roma, jesuitismo y superstición; desacreditan más especialmente al Papa y a todos los sacerdotes, tanto seculares como regulares, llamándolos impostores y engañadores, ultramontanos, jesuitas, cantorberianos; desacreditan el sagrado ministerio, llamándole una especulación; alas observancias religiosas apellidándolas supersticiones; al culto de la Virgen y de los santos, que calumnian de idolátrico; a las indulgencias, etc.
P. Esto lo he oído yo mismo más de una vez. ¿Cuál es la otra maña de que se sirven?
R. La otra maña que emplean, es no perdonar mentiras y calumnias contra la Religión católica; toda vez que no teniendo estos tales ni conciencia ni pudor, se sirven de todas las mentiras y de todas las calumnias que les place inventar, en contra de la Iglesia, de los Papas, de los Obispos y de los Sacerdotes. Ex aj eran los abusos y debilidades de alguno, y fingen creer que estas faltas son aprobadas por la Iglesia, siendo así que las condena, y llora amargamente tales extravíos. Y para citar algún ejemplo, no cesan de divulgar, que el Papa vende y hace tráfico con las indulgencias, que los sacerdotes venden la absolución de los pecados; que revelan las confesiones; que la Iglesia prohíbe la lectura de la palabra de Dios, etc., etc., por más que todo esto no sea más que solemnes mentiras y calumnias manifiestas.
P. A decir verdad, también lo he oído yo esto; proseguid pues, y decidme ¿de qué otra maña se sirven?
R. Se sirven de los terrores imaginarios de la inquisición; y si bien la inquisición, tal como ellos la describen, jamás ha existido, todavía mas, a pesar de no existir la simple inquisición en parte alguna, ellos sin embargo en todas partes ven inquisiciones e inquisidores, y pintan en cuadros y estampas las torturas y horcas, y a los sacerdotes siempre en actitud de torturar a sus víctimas. Tienen, con todo, buen cuidado de contar estas cosas como sucedidas en puntos muy distantes de los que ellos habitan; de este modo es posible que les crean. De otra manera, cómo harían creer a los Romanos que son quemados los herejes en Roma, o a los Napolitanos y Florentinos que son quemados en Nápoles y en Florencia? Pero al mismo tiempo nada dicen de la inquisición que se practica realmente en varios países de protestantes, en donde son encarcelados los Obispos y los sacerdotes, y se les destierra, y se les hace padecer toda suerte de injurias, y pagar injustamente multas exorbitantes. Pues habéis de saber además, que hace poco que se ha manifestado con mucha insistencia en Inglaterra el deseo de renovar las vejaciones de que por el espacio de cerca tres siglos han sido víctimas los pobres católicos.
P. Santo Dios! qué impudencia en tales propagadores del protestantismo! ¿Y se paran aquí a lo menos?
R. De ningún modo; todavía estamos en el principio de la narración de sus malas artes. Otra de ellas es el distribuir Biblias falsificadas, como lo hacen en los Estados de la América-Española. En esas Biblias, en que se omiten no solo versículos y capítulos sino hasta libros enteros de la Sagrada Escritura, se hace decir a ésta lo que jamás ha dicho, llenándola de errores y herejías. Y no paran aquí, sino que llevan su impudencia y mala fe hasta poner a dichas Biblias el nombre del
P. Scio, autor católico muy conocido y acreditado, suprimiendo todas las notas y explicaciones con que el sabio traductor aclara los pasajes oscuros y difíciles de los libros santos. A estas Biblias así mutiladas y falsificadas añaden folletos en los cuales vierten a manos llenas las falsedades más descaradas contra la doctrina de la Iglesia y contra el clero.
P. Y decidme, ¿Cómo tratan la historia estas j entes?
R. La falsifican por completo, haciéndola decirlo que ellos quieren. Ya en Italia historiadores de la misma calaña habían abierto el camino alterando los hechos, dando siempre la razón a los sectarios y poniendo en mal lugar a los católicos. Según ellos, los católicos son siempre reos, los herejes siempre víctimas del fanatismo religioso. De vez en cuando* para cubrir esta mala arte seductora y mentirosa, introducen una que otra verdad para hacer tragar de este modo el espíritu protestante que anima y da la forma a sus escritos; difunden estas historias como preparación para seducir la juventud inexperta y predisponerla a sus malos intentos. La Europa no menos que la América rebosan ahora de estos escritores, que tienen la desvergüenza de estampar sus embustes y falsedades hasta en los diarios y periódicos.
P. Qué conciencias tan criminales! ¿De qué otras mañas se valen?
R. Se sirven además de las escuelas. En muchos lugares estos fautores del protestantismo introducen expresamente maestros hipócritas y enmascarados, los cuales en un principio dan pruebas de ser buenos preceptores; pero poco a poco van infiltrando en el ánimo inocente de los jóvenes sus máximas heterodoxas: les dan en premio libros envenenados, y así corrompen a la juventud desde sus primeros años. Lo que he dicho de los maestros, debe entenderse también de las maestras. Señoras francesas e inglesas se han encontrado ejerciendo esta diabólica profesión en diversos lugares, hasta entre montañas. En las Universidades donde se enseñan las ciencias, introducen igualmente astutos profesores que explican a la juventud las doctrinas perversas del protestantismo.
P. Y con respecto a los pobres, ¿de qué mañas se valen?
R. De la más cruel y más indigna, porque prevaliéndose de la miseria en que yacen tantos infelices reducidos a los mayores trabajos y al hambre, les ofrecen algunas monedas para hacerlos apostatar. Con este inicuo medio, en Inglaterra, Irlanda, Holanda, Ginebra y en el Piamonte, los protestantes han comprado el alma y la conciencia de muchos miserables, y a multitud de otros van k comprando todavía. Saben muy bien que nunca faltan almas viles y degradadas dispuestas a vender a Jesucristo por 30 dineros, y de estas se valen para hacer prosélitos.
P. ¿Es posible que hombres que se dicen probos se atrevan a tanto?
R. Entre los ministros y propagadores del protestantismo no busquéis la probidad y honradez; los hombres probos no se hacen ministros de la Reforma, ni compran las almas, ni falsifican la Biblia. Pero basta ya de esto.

 


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